jueves, 22 de octubre de 2009

Seminario de Justicia y Paz: "El agua: un derecho humano".



San Carlos, 12 de octubre de 2009. (Mendoza- Argentina)



Hermanos del Movimiento de Justicia y Paz
de la Familia Dominicana de Argentina



Soy cristiano. Creo profundamente en Cristo y sus promesas. Confío y me fío hasta la emoción en el Espíritu Santo y lo he sentido cerca, muy cerca, en estos años. Sin El no estaría en el frente de batalla, o estaría librando otro estilo de lucha de la que quizás ya estaría lamentándome por violenta, descomedida, con falta de cordura o por su falta de amor. Es El quien me repite día a día que la lucha es contra la situación, no contra los hombres. Que debemos denunciar, condenar y oponernos a los hechos con firmeza, pero sin olvidarnos que los hombres contra quienes luchamos también reciben el sol cada mañana como regalo de Dios y que, también ellos, son destinatarios del amor y la salvación de Cristo. He invocado cientos de veces al Espíritu para que nos de fuerza y para que nos reúna en una ¡“cadena más fuerte que el odio y que la muerte”!




Y ustedes están aquí por El… no vinieron solos… El los trajo. Yo lo siento! Yo lo sé!
Porque desde hace mucho tiempo una profunda espina se me clava en el alma viendo a mis hermanos de fe ignorar las cruces de la gente sin comprometerse en esta ni en ninguna lucha, excepto aquellas de su propio egoísmo o a las que obliga su profesión y su sueldo. Cada vez más suena y resuena en mi cabeza eso de “muéstrame tu fe con obras”, y desde hace tiempo me pregunto ¿Dónde están mis hermanos de fe? ¿Qué lucha están librando sólo por amor a Cristo? ¿Por qué cada uno de nosotros nos sentimos remando solos si somos muchos? ¿Por qué nos identificamos más con compañeros de lucha no cristianos que con miembros de nuestra propia Iglesia? ¿Dónde está la lucha de mi Iglesia?



Y ustedes están aquí porque El siempre da respuestas y me dice y nos dice: ¡Aquí están! ¡Aquí estamos!


En este camino recorrido el Espíritu Santo me fue haciendo entender esas sorpresas que anuncia Jesús para el día del juicio: “¿Cuándo te vimos desnudo, solo, enfermo o hambriento…? Y una y otra vez imagino a Cristo separando condenados de salvos y veo claramente a muchos de mis hermanos que se anuncian anticatólicos y hasta anticristianos pero que luchan… contra el hambre, contra la ignorancia, contra las injusticias, sorprendidos a la derecha de Dios, y también veo con dolor, porque los quiero, a muchos de mis hermanos de fe también sorprendidos pero a la izquierda, sin entender aunque Cristo estuvo siempre sufriendo a su lado.



Yo no puedo pedirle a cada uno de ustedes, hermanos en la fe, que se sumen a esta lucha, aunque me encantaría y la haría más fácil. Pero si puedo pedirle a cada uno que asuma alguna: Cristo tiene hambre, Cristo está desnudo, Cristo está solo, Cristo está enfermo y se ha vuelto loco, violador, adicto, fanático, violento, ambicioso, destructor. Cristo está equivocado, Cristo nos da asco, nos indigna… y nuestra sociedad y nosotros en ella, lo estamos condenando en lugar de acudir en su ayuda.



Pero para nosotros, el grupo de vecinos, cristianos y no cristianos, sabiéndolo o no, nuestra lucha de hoy contra la mina que seca y contamina es esta: Cristo tiene y tendrá sed, Cristo nos pide agua… y va a tener más sed en el futuro si no paramos esta costumbre humana de destruir el mundo por el placer de tener, por la ambición del oro, de las riquezas. Cristo tiene sed y se está muriendo pidiendo agua por muchos rincones de la tierra y de nuestra Patria… Cristo tiene sed y revive en los sedientos la última parte de su agonía en la Cruz “Tengo sed”, fueron sus últimas palabras, “… e inclinando la cabeza entregó el espíritu”. Tengo sed… y no le dieron agua… le dieron vinagre… Cristo, en nuestros hermanos, hijos y nietos que mañana tendrán sed, nos pedirá agua… ¿Qué le daremos? ¿Qué le dejaremos? Ningún derecho humano es posible sin agua… ni siquiera el derecho a morir con dignidad… por eso hoy ¡el agua es un derecho humano y una obligación cristiana!


Gracias por estar aquí.
Gracias por compartir la lucha.
Gracias por hacerme ver que la Iglesia está presente y viva… ¡Gracias!


Daniel Funes. Católico
Vecino Autoconvocado de San Carlos



“… ni un solo vaso de agua quedará sin recompensa…”
“Ven Espíritu Santo y llena nuestro corazón con el fuego de tu amor…
Y renovaremos la faz de la Tierra”




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