La vocación del predicador nace de la gracia. Una persona no se llama a sí misma para predicar, es llamada por Dios. Al mismo tiempo hay que reconocer que la predicación es una responsabilidad nuestra.
Tenemos que ser responsables, tomar en serio esta misión, para que Dios haga fructificar nuestras pobres palabras, haciendo de ellas un instrumento de la Palabra de Dios.
La Predicación es el anuncio de la presencia activa y salvadora de Dios en medio del mundo y de la historia. El predicador reconoce que las mismas huellas de Dios que se encuentran en la Biblia se encuentran también en el mundo de hoy, trazando un camino de salvación que pasa por el corazón de nuestros tiempos. La predicación anuncia esta presencia fiel de Dios, hecha realidad en la persona de Cristo… A ese anuncio del Dios-amor, estamos todos llamados a responder con acciones concretas.
Fr. Brian J. Pierce, O.P, La vocación del predicador
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