domingo, 17 de octubre de 2010

Octubre: Mes del Santo Rosario

"Entre todos los homenajes
que se deben a la Madre de Dios
no conozco ninguno más agradable que el Rosario"
San Alfonso María Ligorio.
En cada cuenta del Rosario, Madre mía, dejo en tu inmaculado corazón
cada latido del mío.
CICATRICES
Que las heridas se curan.
Y después de ellas, algo queda.
Queda el recuerdo de lo vivido;
la lección aprendida;
la sabiduría de quien ha llorado
y aun destrozada ha salido adelante.
Queda la fuerza de quien es capaz de comprometerse
a seguir queriendo-amando
Queda la lección que se saca de los errores,
Queda la calma de un corazón humilde y sencillo;
la humanidad de quien se siente frágil
y por eso mismo acepta la fragilidad ajena,
la alegría serena de quien ha estado triste (muy triste) alguna vez
y la pena tranquila de quien ha reído mucho ( y seguirá riendo)
Me queda a mi tu sencillez,
la de quien sabe pedir perdón y perdonar.
Experimentar la vulnerabilidad. Herir a quien amas. Fallarle a quien confía en vos. Saber que no hay marcha atrás, que los gestos, o las palabras, o las acciones, ya han rodado…Y, sin embargo, descubrir la otra lógica. No la del rencor y la venganza. No la del agravio sin salida. No la del reproche definitivo. Sino la disposición para ayudar a sanar. La de mantener los puentes tendidos. La de amar o ser amado.
Si alguna vez le has fallado a quien quieres sabés de qué te hablo. Entonces comprendés lo que es el dolor por las acciones. Entonces te das cuenta de lo humano que es el arrepentimiento. No sé, hoy en día hay muchas personas que siempre se reafirman en sus seguridades, no se arrepienten de nada, no lamentan nada… Pero creeme, si alguna vez heriste a quien te importa, por tu propio egoísmo, entonces entenderás lo que es el pecado, y lo que es la necesidad de perdón...
Y si alguna vez experimentas el perdón anhelado. Si alguien que podría cerrarte la puerta la mantiene abierta. Si quien conoce tu fragilidad y tu barro sigue mirándote con aprecio. Si quien comparte tu historia lo hace más allá de la noche y el día. Si quien podría juzgarte con dureza te mira con misericordia, entonces entenderás un poco más a Dios… y su evangelio.