lunes, 26 de octubre de 2009
jueves, 22 de octubre de 2009
Hermanos del Movimiento de Justicia y Paz
de la Familia Dominicana de Argentina
Soy cristiano. Creo profundamente en Cristo y sus promesas. Confío y me fío hasta la emoción en el Espíritu Santo y lo he sentido cerca, muy cerca, en estos años. Sin El no estaría en el frente de batalla, o estaría librando otro estilo de lucha de la que quizás ya estaría lamentándome por violenta, descomedida, con falta de cordura o por su falta de amor. Es El quien me repite día a día que la lucha es contra la situación, no contra los hombres. Que debemos denunciar, condenar y oponernos a los hechos con firmeza, pero sin olvidarnos que los hombres contra quienes luchamos también reciben el sol cada mañana como regalo de Dios y que, también ellos, son destinatarios del amor y la salvación de Cristo. He invocado cientos de veces al Espíritu para que nos de fuerza y para que nos reúna en una ¡“cadena más fuerte que el odio y que la muerte”!
Porque desde hace mucho tiempo una profunda espina se me clava en el alma viendo a mis hermanos de fe ignorar las cruces de la gente sin comprometerse en esta ni en ninguna lucha, excepto aquellas de su propio egoísmo o a las que obliga su profesión y su sueldo. Cada vez más suena y resuena en mi cabeza eso de “muéstrame tu fe con obras”, y desde hace tiempo me pregunto ¿Dónde están mis hermanos de fe? ¿Qué lucha están librando sólo por amor a Cristo? ¿Por qué cada uno de nosotros nos sentimos remando solos si somos muchos? ¿Por qué nos identificamos más con compañeros de lucha no cristianos que con miembros de nuestra propia Iglesia? ¿Dónde está la lucha de mi Iglesia?
En este camino recorrido el Espíritu Santo me fue haciendo entender esas sorpresas que anuncia Jesús para el día del juicio: “¿Cuándo te vimos desnudo, solo, enfermo o hambriento…? Y una y otra vez imagino a Cristo separando condenados de salvos y veo claramente a muchos de mis hermanos que se anuncian anticatólicos y hasta anticristianos pero que luchan… contra el hambre, contra la ignorancia, contra las injusticias, sorprendidos a la derecha de Dios, y también veo con dolor, porque los quiero, a muchos de mis hermanos de fe también sorprendidos pero a la izquierda, sin entender aunque Cristo estuvo siempre sufriendo a su lado.
Yo no puedo pedirle a cada uno de ustedes, hermanos en la fe, que se sumen a esta lucha, aunque me encantaría y la haría más fácil. Pero si puedo pedirle a cada uno que asuma alguna: Cristo tiene hambre, Cristo está desnudo, Cristo está solo, Cristo está enfermo y se ha vuelto loco, violador, adicto, fanático, violento, ambicioso, destructor. Cristo está equivocado, Cristo nos da asco, nos indigna… y nuestra sociedad y nosotros en ella, lo estamos condenando en lugar de acudir en su ayuda.
Pero para nosotros, el grupo de vecinos, cristianos y no cristianos, sabiéndolo o no, nuestra lucha de hoy contra la mina que seca y contamina es esta: Cristo tiene y tendrá sed, Cristo nos pide agua… y va a tener más sed en el futuro si no paramos esta costumbre humana de destruir el mundo por el placer de tener, por la ambición del oro, de las riquezas. Cristo tiene sed y se está muriendo pidiendo agua por muchos rincones de la tierra y de nuestra Patria… Cristo tiene sed y revive en los sedientos la última parte de su agonía en la Cruz “Tengo sed”, fueron sus últimas palabras, “… e inclinando la cabeza entregó el espíritu”. Tengo sed… y no le dieron agua… le dieron vinagre… Cristo, en nuestros hermanos, hijos y nietos que mañana tendrán sed, nos pedirá agua… ¿Qué le daremos? ¿Qué le dejaremos? Ningún derecho humano es posible sin agua… ni siquiera el derecho a morir con dignidad… por eso hoy ¡el agua es un derecho humano y una obligación cristiana!
Gracias por compartir la lucha.
Gracias por hacerme ver que la Iglesia está presente y viva… ¡Gracias!
Vecino Autoconvocado de San Carlos
“… ni un solo vaso de agua quedará sin recompensa…”
“Ven Espíritu Santo y llena nuestro corazón con el fuego de tu amor…
Y renovaremos la faz de la Tierra”
lunes, 19 de octubre de 2009
jueves, 15 de octubre de 2009
Cuando el Hijo de Dios se hizo grande y adulto, no sólo debía saber María y José que él era el Hijo de Dios, sino todo el mundo. Debía manifestarse como la verdadera luz a todos los hombres de la tierra y por eso es que fue reconocido por su mismo Padre Dios en el Bautismo en el río Jordán. Todos fueron testigos de que el Padre único de los Cielos lo reconocía como su Hijo y nos decía que Jesús era su predilecto y que a él debíamos escuchar.
sábado, 3 de octubre de 2009
Como es tradicional, desde las 10:00 de la mañana los jóvenes se reunirán en Los Caballitos de Marly, Parque General San Martín, luego se dirigirán en procesión hacia el Teatro Griego.A partir de las 16:00 horas, comenzará la celebración central, recibiendo la imagen de Nuestra Señora del Rosario con glosas que tienen como fuente de inspiración la frase de Isabel: "Feliz de Ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor"; mirando a la Virgen como Madre y Modelo.
Seguidamente Mons. José María Arancibia, presidirá la celebración de la Santa Misa, y al final de la liturgia dirigirá la Plegaria de Entrega Confiada a María: "Aquí tienes a tu Madre". Nos entregamos a María para vivir plenamente nuestro espíritu evangelizador, que se revela en el lema escogido este año: "Anunciar a Jesucristo es nuestro gozo"; el mismo gozo de María que lleva a Jesucristo en su vientre cuando visita a su prima Isabel.
La Fiesta tendrá como final, un homenaje corto, sencillo y emotivo despidiendo a María. ¡Mendoza, tierra de María! Todos juntos como Iglesia vayamos hacia el Teatro Griego para encontrarnos con nuestra Madre y confiarnos amorosamente a Ella!