domingo, 26 de abril de 2009

9 modos de orar del Predicador de la Gracia




La tradición dominicana tiene una interpretación de la oración en los 9 modos de orar de Santo Domingo en la que se expresa una intuición profunda de lo que los hombres y mujeres que lo conocieron entendieron de su oración, de su modo de estar en la historia y dentro del misterio. No se trata tanto de aprender a estar frente a Dios como si fuese un ídolo, sino a redescubrirse dentro de Él. Estamos dentro marcados en la palma de su mano.

















En la tradición dominicana los nueve modos de orar de Santo Domingo son parte de una colección de un fraile anónimo de Bolonia. Posiblemente antes de dibujarlos formaban parte de la tradición oral, lo que contaban de su oración los que habían vivido con él.




En los modos de orar no debemos buscar tanto un método de oración, muchas veces lejos del modo particular de nuestro estilo de vida, cuanto la ayuda para descubrir algo que no pasa con los siglos: el espacio donde su cultiva el significado profundo de la vida, donde se aprende la lógica ilógica del misterio.
















Los nueve modos de orar son la narración y el testimonio de una vida de fe, son los movimientos interiores que Domingo expresa con el cuerpo. Son los nueve gestos de la vida en los que el drama de la historia y sus miserias conviven con ese sueño que canta el Apocalipsis. “ya ha sido precipitado el acusador, aquel que acusaba a nuestros hermanos”.




Esta es la certeza de Domingo, esta es nuestra certeza que buscamos un modo de leer la historia, de estar en ella, de esperarla, de soñarla. Porque la oración dominicana – creo que ninguna - pueden estar ajenos al mundo, a la historia, a lo que sucede… Domingo reza con todo lo que es, cuerpo y alma. Reza en privado con intensidad y humilde devoción.


















Y, con la misma profundidad de fe y emoción, reza en público la oración de la misa. Aunque la intensidad de la fe y de los sentimientos de Domingo puedan parecer infrecuentes, así como sus largas vigilias nocturnas, su oración parece no distinguirse de la de cualquier devoto cristiano, hombre o mujer. Su oración es siempre sencilla y eclesial.





























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