Este año, 2009, como parte de nuestra celebración en curso del Jubileo, centraremos nuestra atención en “Santo Domingo, Predicador de la Gracia”. Domingo fue un predicador de la Gracia porque Jesús fue un predicador de la gracia, fue un predicador que comunicaba el amor gratuito de Dios. Jesús anunció que todo lo que tenemos es un regalo de Dios; esto es gracia, esto es gratitud.
En su pasaje del Evangelio de Lucas, podemos observar cómo Jesús nos brinda un perfecto ejemplo de lo que significa ser un predicador de la gracia y a su manera Jesús nos muestra lo que significa ser un dominico hoy. Mientras caminaba hacia Jericó (como un buen predicador itinerante) en medio de todo el concurrido y ruidoso ajetreo, Jesús escuchó el lamento de un ciego que se encontraba sentado en la orilla del camino. El Evangelio de Lucas nos dice que “Jesús entonces, se detuvo…” “Jesús se detuvo…” es algo tan simple. En medio de todo lo que pasaba, Jesús fue capaz de escuchar el grito desesperado del hombre ciego y se conmovió (en el Evangelio de Marcos es llamado Bartimeo). Jesús poseía consigo mismo un profundo silencio que lo preparó para ser receptivo y abierto a escuchar los llantos que nadie más podía escuchar. Fue capaz de escuchar la voz que era inaudible para el resto del mundo y éste es el símbolo de un verdadero corazón contemplativo.
Domingo también tenía un corazón capaz de escuchar el llanto del mundo, tan bien simbolizado en su encuentro con el posadero en Tolosa.
Después de escuchar el lamento del ciego, y luego de llegar a una parada del camino, Jesús le preguntó lo siguiente: “¿Qué quieres que haga por ti?” Las breves palabras de Jesús, tan simples pero profundamente humanas, fueron Buenas Nuevas para el ciego, no porque fuesen palabras que expresaran profundos conceptos teológicos, sino porque eran palabras que permitían al ciego descubrir de nuevo su propia dignidad. Nadie antes le había preguntado algo a este hombre; nadie, era simplemente un objeto, nunca un sujeto, nunca una persona. Al hacer Jesús esa pregunta, le abrió al ciego el camino para que volviese a ser un ser humano. Ya no era sólo un ciego por ahí a un lado del camino, nuevamente era un ser humano.
¿No fue este el famoso lamento de los primeros dominicos españoles que viajaron a las Américas a principios del siglo XVI: “No son éstos seres humanos?”
¿Qué tipo de palabras decimos? ¿Decimos palabras a la gente como si fuesen ignorantes? ¿Decimos palabras encaminadas a hacernos sentir más importantes? ¿O decimos palabras que ayudan a las otras personas a redescubrir su propia dignidad como hijos e hijas de Dios? Al hablar de esta manera anunciamos la Buena Nueva de Cristo. Ser un predicador de la gracia, me parece, significa decir palabras que expresen el amor gratuito de Dios. Vivimos en una época en la cual estamos inundados de palabras, pero ¿quién dirá palabras de gracia? Domingo dijo palabras de gracia y fue la gracia el amor gratuito deDios, el que dio nueva vida al ciego, fue curado gracias a las palabras que Jesús le dijo, palabras que le permitieron convertirse nuevamente en un ser humano. Pienso que ésta es la gracia de predicar que Dios le dio a Domingo y ésta es la gracia que Domingo nos da a nosotros, su familia.
1 comentario:
Les paso el enlace con un documento importante de la O.P. que son una Selección de Textos:
“Domingo, Predicador de Gracia” Selección de Textos
http://curia.op.org/fr/attachments/203_themes-2009-es.pdf
Cariños. Gustavo
Publicar un comentario